Según las nuevas teorías el Universo puede haber sido creado a partir de unas cuerdas cósmicas: hilos invisibles más delgados que un átomo, terriblemente energéticos – pues la energía del Big Bang está en su interior – y desconcertantemente excéntricos en su comportamiento. Los hilos estarían repartidos de modo disperso, como una madeja de hilo desenrollado a lo largo y ancho del cosmos, y se moverían a una velocidad cercana a la luz.
Desde la década de los sesenta, cuando empezó la fiebre de los agujeros negros, ningún objeto astronómico ha sorprendido e intrigado tanto. Las cuerdas cósmicas logran explicar como pudieron millones de galaxia surgir del plasma primitivo del Big Bang.
Una de las virtudes de esta teoría es que puede observarse por la observación. Aunque las cuerdas en sí son invisibles, sus efectos no tienen por qué serlo. La idea de las supercuerdas nació de la física de partículas, más que en el campo de la cosmología (a pesar del nombre, la cuerdas cósmicas no tienen nada que ver con la teoría de las “supercuerdas”, que mantiene que las partículas elementales tienen forma de cuerda). Surgió en la década de los sesenta cuando los físicos comenzaron a entrelazar las tres fuerzas no gravitacionales – electromagnetismo y fuerzas nucleares fuertes y débiles – en una teoría unificada.
En 1976, el concepto de las cuerdas se había hecho un poco más tangible, gracias a Tom Kibble. Kibble estudiaba las consecuencias cosmológicas de las grande teorías unificadas. Estaba particularmente interesado en las condiciones del 10^-35 segundo después del Big Bang, cuando las temperaturas en el cosmos embrionario bajaron más de billones de billones de grados. Ese fue el momento en que las fuerzas y las partículas se diferenciaron unas de otras.
A los cosmólogos les gusta visualizar esta revolucionaria transición como una especie de “cristalización”: el espacio, en un principio saturado de energía, cambió a la forma más vacía y más fría que rodea actualmente nuestro planeta. Pero la cristalización fue, probablemente, imperfecta. En el cosmos recién nacido podría haberse estropeado con defectos y grietas, a medida que se enfriaba rápidamente y se hinchaba.
Según imaginó Kibble, los defectos cósmicos podrían ser delgados filamentos de energía, de masa altamente concentrada, que han durado hasta nuestros días, tejiendo una vasta red de grietas en la textura del espacio-tiempo. Dentro de cada cuerda aún reinarían las abrasadoras condiciones de la gran unificación.
Hoy las cuerdas deberían estar completamente dispersas. “Las posibilidades de tropezarse con una curva de una cuerda son muy escasas” dice David Bennett, de Fermilab. Bennett afirma que la curva media tendría alrededor de un millón de años luz de circunferencia; la más cercana a nosotros estaría a mil millones de años luz.
5 comentarios:
que cagada de blog
Gracias Anónimo
wow!! =D parece que porfin lo entendí!!!!
Me parece un comentario sencillo (habilidad para explicar algo complejo de manera entendible), preciso y conciso. Util, pues explica e incluso diferencia del concepto de la teoria de las supercuerdas.
Gracias por el articulo. Si asi fueramos todos, lo existiria oscuridad de conocimiento en el mundo.
DR. LAMER REYES LLANOS
Mg. Salud Publica. Medical Doctor.
Wena... facil de entender mister. Felitaciones por el artikulo.
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