Estos días distintos medios se hacen eco de una investigación llevada a cabo por neurocientíficos de la Universidad de Emory (Atlanta) que afirma que cuando nos sumergimos en una novela se producen cambios en nuestro cerebro debido a un aumento de la conectividad neuronal. La verdad es que no entiendo la sorpresa por el descubrimiento. Ya sabíamos que los lectores realizan simulaciones mentales, que nuestro cerebro es un órgano adaptativo que cambia con cada experiencia (algo que parece que los autores del estudio no han tenido en cuenta, por no hablar del método empleado). En el estudio que se ha publicado estos días y al que podéis acceder aquí, se cuenta que al poner a un grupo de estudiantes a leer una novela durante varias noches seguidas se registraron cambios tanto en las zonas del cerebro vinculadas a la comprensión del lenguaje como en la región sensomotora, algo que podría relacionarse con neuronas espejo y que indicaría que la lectura de una novela "puede transportarnos al cuerpo del protagonista", según palabras del profesor Gregory Bens, autor del estudio. Algo que todo buen lector ya sabe.
'Don Quijote', Adolf Schrödter (1834)
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