lunes, 14 de mayo de 2007

El sueño de la razón

Lo importante de la ciencia-ficción es lo que la hizo nacer: la percepción del cambio a través de la tecnología. Lo que la hace importante no es que se prediga este cambio en particular o aquel otro: es que predice el cambio.” Son palabras de Isaac Asimov, uno de los mayores autores de ciencia-ficción.


Cuando Julio Verne envió un hombre a la Luna faltaban aún 113 años para que el proyecto contenido en las páginas de su novela se hiciera realidad. Aldous Huxley imaginó la fabricación de individuos en serie antes de que la ingeniería genética apareciera en el mundo moderno. H.G.Wells escribió sobre las bombas atómicas mucho antes de que su utilización fuera una realidad. Y podríamos seguir, porque la ciencia-ficción ha tenido en numerosas ocasiones una puntería asombrosa. Todo se ha descubierto ya ... en la imaginación. Lo sorprendente es que muchos de esos descubrimientos se han convertido en realidad, y otros, están catalogados como posibles.


No podría hablarse de ciencia-ficción mientras no hubiera una ciencia en la que basarse para crear narraciones. Aunque hubo precursores como Frankenstein de Mary W. Shelley (1818), el nacimiento de la ciencia-ficción se produjo con la Revolución Industrial y su transformación tecnológica. Era sólo cuestión de tiempo que alguien llevara los avances que se produjeron entonces a la literatura. El primero fue Julio Verne, que decidió tomar la ciencia como tema principal de su primera novela, Cinco semanas en globo (1836). Esta novela sienta los precedentes del género: coger un tema de actualidad y dar un paso adelante. Fíjese, por ejemplo, que los viajes a la Luna han desaparecido de la ciencia-ficción después de la llegada del Apolo XI. ¿Cómo iban a seguir escribiendo sobre selenitas una vez que se descubrió que en la Luna no había ningún tipo de vida? En las historias sobre viajes espaciales tampoco se habla ya apenas de nuestros planetas más cercanos.


De todos los aspectos que trata la ciencia-ficción, el que se ha tenido más tino es el que se ha ocupado del futuro de la humanidad... por desgracia. Y es que los porvenires que se nos presentan no son demasiado atractivos. La pobreza y superpoblación están presentes en películas como Blade Runner, basada en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, donde los ricos viven en colonias espaciales mientras que los marginados se apiñan en las grandes ciudades; en la novela Make Room! Make Room!, la superpoblación es tan grave que a las masas hambrientas se les alimenta con unas galletas fabricadas (en secreto) con cadáveres humanos. En la Fuga de Logan la gente vive en ciudades donde el placer está al alcance de todos y el trabajo casi ni se conoce. Lo malo es que hay que morir a cierta edad (21 años en la novela, 30 en la película) para que la población no se multiplique.


En un mundo feliz, de Aldous Huxley, los seres humanos son fabricados en laboratorios y destinados a una clase social determinada, a la que están muy satisfechos de pertenecer. Mucho más horrible es el panorama descrito por George Orwell en 1984. Aquí hay un gobierno dictatorial y los ciudadanos no son felices, pero ni siquera pueden pensar en que no lo son. El sistema de vigilancia en que se los somete controla todas sus emociones. Pensemos ahora en los medios de control que existen en nuestros días: control de usuarios en internet, satélites espías, teléfonos pinchados, videocámaras incluso en los balcones de ayuntamientos para que cualquiera pueda ver por internet lo que hacen sus vecinos, etc.


La ciencia-ficción se ha mostrado a veces muy exacta a la hora de predecir el futuro; en otras ocasiones ha cometido errores de bulto. Pero esperemos que, sea como sea la vida en los próximos siglos nunca se cumpla lo que Fredric Brown contaba en su relato Answer (respuesta): los científicos crean una supercomputadora que reúne toda la información contenida en la historia de la humanidad, conectada con todas las demás computadoras existentes en el universo. El día de su puesta en marcha, en medio de una gran expectación, la primera pregunta que se le plantea es: "¿Hay un Dios?" Al instante, la máquina se autoprograma de modo que nadie, jamás, sea capaz de desconectarla, y sólo entonces da la respuesta:


"Ahora, sí".




2 comentarios:

Antonio Ruz dijo...

Excelente entrada.
Al final de esta hablas sobre un tema que tiene cierto parecido a algo que lei de Asimov.
Leetelo que mola, se llama "la ultima pregunta" te dejo aki un link: http://www.ubik.com.ar/303/pregunta.htm
Y ya que estas puesto te pongo otro mas que se llama "la ultima respuesta": http://www.librosgratisweb.com/pdf/asimov-isaac/la-ultima-respuesta.pdf-
Espero que te gusten los dos relatos.
Algunas veces un pequeño relato te hace reflexionar mas que un tocho de libro.
Aaaadios.

miguelangel dijo...

Ah! por cierto ... en este mismo blog publiqué una entrada de un artículo de Asimov. Lo encontrarás en la sección "autores" ...

Voy a echar un vistazo a los links que has puesto ...