El manuscrito Voynich es un volumen de 15x27 cm, sin cubierta, y del que se han perdido unas 28 páginas. El texto, iluminado de azul, amarillo, rojo, castaño y verde, presenta mujeres desnudas, diagramas, plantas imaginarias y una escritura que parece medieval vulgar. Sin embargo, está escrito en una clave que, aunque aparentemente simple, nadie ha descubierto. Atribuido al filósofo y científico Roger Bacon (1220-1292), algunos asocian al espía, sabio y brujo John Dee (1527-1608) con el misterio Voynich. Según cuenta la leyenda, Dee era capaz de invocar a unos seres inmateriales que llamó "ángeles". Estos le transmitieron unos supuestos conocimientos superiores en una lengua totalmente extraña que bautizó con el nombre de "enoquiana". La mayor parte de sus notas han desaparecido, lo que ha contribuido a aumentar el misterio.
Lo cierto es que el manuscrito Voynich aparece en 1666 cuando el Rector de la Universidad de Praga lo envía al jesuita y criptógrafo Atanasio Kircher, que no logra descrifrarlo. Después lo estudia un checo llamado Johannes Tepenecz, que tampoco lo consigue. Hastiado, lo entrega auna biblioteca jesuita.
El manuscrito desaparece hasta 1912, cuando el anticuario Wilfred Voynich lo compra a un colegio jesuita de Italia. Voynich lo lleva a EEUU, donde diversos estudiosos lo analizan sin éxito. En 1921, el criptógrafo W.R.Newbold, de la Universidad de Pennsylvania, afirma que ha descubierto una clave que, curiosamente, dice haber perdido. William F. Friedman, considerado el mejor criptoanalista de todos los tiempos y padre de la criptografía norteamericana, se ocupa del asunto en la década de los 50. Para él se trata de un mensaje cifrado en una lengua artificial.
Tras la muerte de Voynich en 1930, sus herederos lo venden a un librero llamado Kraus. En la actualidad, se encuentra en la biblioteca de Libros Raros Beinecke, de la Universidad de Yale, y una copia en la colección de manuscritos de la Biblioteca del Museo Británico.
El manuscrito desaparece hasta 1912, cuando el anticuario Wilfred Voynich lo compra a un colegio jesuita de Italia. Voynich lo lleva a EEUU, donde diversos estudiosos lo analizan sin éxito. En 1921, el criptógrafo W.R.Newbold, de la Universidad de Pennsylvania, afirma que ha descubierto una clave que, curiosamente, dice haber perdido. William F. Friedman, considerado el mejor criptoanalista de todos los tiempos y padre de la criptografía norteamericana, se ocupa del asunto en la década de los 50. Para él se trata de un mensaje cifrado en una lengua artificial.
Tras la muerte de Voynich en 1930, sus herederos lo venden a un librero llamado Kraus. En la actualidad, se encuentra en la biblioteca de Libros Raros Beinecke, de la Universidad de Yale, y una copia en la colección de manuscritos de la Biblioteca del Museo Británico.
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