Me imagino que al igual que yo también estaréis aburridos de
escuchar todos los días malas noticias sobre economía. Hace cinco años que estalló
la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos y desde entonces no hay
un día que no empiecen las noticas sobre quiebra de empresas, primas de riesgo,
rescates bancarios, desahucios hipotecarios, intereses de la deuda, índices de
pobreza, etecé. Gran parte de nuestras conversaciones diarias tratan sobre la
última noticia catastrófica o la última previsión del economista/oportunista de
moda. Como decía el escritor y periodista Douglas Adams ‘nada viaja a mayor
velocidad que la luz, con la posible excepción de las malas noticias, las cuales
obedecen a sus propias leyes‘. Y la
verdad es que cuesta ser optimista en estos tiempos. Parece que los
acontecimientos están empeñados en dar la razón una y otra vez a los agoreros.
Por eso cuando uno se encuentra con planteamientos tan optimistas y desafiantes
como los de Michio Kaku, aunque suene a tópico, se reciben como agua de mayo.
Michio Kaku es un prestigioso físico estadounidense
especializado en la teoría de cuerdas también conocido en todo el mundo por su
labor como divulgador científico y prospectivista. Seguramente lo habréis visto
en algún programa del Discovery Channel o el canal Historia. Hace unos días se
publicó en Business Spectator un artículo muy interesante donde Kaku hablaba de
la llegada de ‘la cuarta ola’, y cómo la revolución que trae consigo acabará
produciendo la remodelación del capitalismo actual a través de la tecnología
que llevará a una nueva era de crecimiento económico.
El concepto
de ‘cuarta ola’ deriva de la ‘tercera ola’, concepto que introdujo el escritor y futurista
Alvin Toffler hace ya más de dos décadas. Toffler consideraba que tres grandes
olas habían transformado la humanidad: la revolución
agrícola, la revolución industrial y la revolución postindustrial, basada en la
sociedad del conocimiento, que es la que estamos viviendo en estos momentos. Pues
bien, para Kaku la ‘cuarta ola’ ya está en marcha. La tecnología estaría a punto
de sufrir una tremenda transformación a través de los avances en nanotecnología
y física cuántica, que daría lugar a nuevas formas de energía, telecomunicaciones y biotecnología. Imaginemos las consecuencias que tendrá, por ejemplo, la fabricación de órganos
en laboratorio, o bien revertir el envejecimiento celular, procesos ambos en
los que ya se está trabajando. Cómo cambiará nuestra esperanza de vida. Y qué
decir de las telecomunicaciones. Es en este campo donde poner mayor énfasis el
futurista. Pensemos que la mayor difusión de la información a través de la
tecnología reducirá la asimetría informativa (ya hablamos de este concepto anteriormente en el blog) y
establecerá una correlación exacta entre oferta y demanda, creando así lo que Kaku llama un 'capitalismo
perfecto'.
Dice en el artículo: El capitalismo se basa en
la competencia. Sin embargo es imperfecto en el sentido de que el consumidor no
sabe cuánto cuestan realmente las cosas y el productor no sabe realmente qué
quiere el consumidor. Ahí es donde la tecnología está llegando, porque el
consumidor ya puede saber todo sobre un producto.. Y el fabricante puede llegar
a conocer los gustos del consumidor.
Según el futurista, estas nuevas
tecnologías aumentarán la competencia, el consumidor recibirá un mejor servicio
(pensemos que el cliente a través de las redes podrá participar en el diseño de
aquello que desea comprar) y el fabricante (que podrá usar cada vez más el
marketing dirigido al cliente gracias al conocimiento que tiene de éste)
también podrá aumentar sus ganancias.
Pronostica por tanto que estamos a
punto de vivir una nueva revolución económica basada en lo que considera el capitalismo
perfecto. Algo que en estos momentos a todos se nos antoja muy difícil. Y suponiendo
que los avances tecnológicos nos permitan eludir los límites de la
sostenibilidad (crecer indefinidamente en un planeta finito), sabemos que no se
logrará evitar la codicia. Y quién sabe, si tenemos en cuenta los ciclos
económicos, quizás dentro de 80 años nuestros descendientes vuelvan a vivir una
nueva crisis económica, entonces producida por la ‘cuarta ola’.
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