Como todos sabréis durante estos días la Tierra pasa a través de la corriente de residuos del cometa Swift-Tuttle, lo que nos permite ver la lluvia de estrellas conocida como Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. Esta lluvia de estrellas, aunque visible desde cualquier latitud, favorece al hemisferio norte, donde es muy popular ya que transcurre en pleno agosto, mes de buen tiempo y durante el cual mucha gente está de vacaciones. Así que no es extraño ver a muchos vecinos de pueblos y ciudades salir a las afueras para poder verlas, debido a la imposibilidad de poder disfrutar de un cielo despejado en sus poblaciones. Si pensamos que durante millones de años los seres vivos han adaptado sus procesos biológicos de acuerdo con los ciclos astronómicos fundamentales, la acción de la contaminación lumínica de la mano del hombre está provocando una agresión medioambiental de la que muchas veces no somos conscientes. Los efectos fundamentales de esta contaminación lumínica son la intrusión lumínica, la dispersión hacia el cielo, el deslumbramiento y el sobreconsumo de energía. Algo tan fácil como evitar la emisión directa de luz hacia el cielo orientado las luminarias en paralelo al horizonte, usando bombillas eficientes con la potencia suficiente para nuestras necesidades y no más, o simplemente apagando a partir de determinadas horas los alumbrados ornamentales, reduciríamos drásticamente la contaminación. Encontrar hoy en día un lugar cerca de nuestras ciudades donde no haya contaminación lumínica es harto difícil. Cualquier población está recubierta por un halo luminoso visible a decenas de kilómetros, y aunque en menor medida, cualquier vivienda, nave industrial o cortijo, por pequeño que sea, alegando motivos de seguridad, también produce un exceso de contaminación lumínica a varios kilómetros a su alrededor que se evitaría con sólo seguir las indicaciones antes mencionadas.
No somos conscientes de que además de los efectos que producimos en nuestra propia salud y en la biodiversidad (algo poco estudiado todavía), la emisión indiscriminada de luz también tiene un gran impacto cultural, pues este atentado contra el paisaje nocturno provoca la desaparición de los astros, privándonos del contacto directo con el universo y lo que eso supone de empobrecimiento personal. Hace falta más concienciación e implicación por parte de los ciudadanos así como de las distintas administraciones. Un problema realmente fácil de resolver si se quiere.
No somos conscientes de que además de los efectos que producimos en nuestra propia salud y en la biodiversidad (algo poco estudiado todavía), la emisión indiscriminada de luz también tiene un gran impacto cultural, pues este atentado contra el paisaje nocturno provoca la desaparición de los astros, privándonos del contacto directo con el universo y lo que eso supone de empobrecimiento personal. Hace falta más concienciación e implicación por parte de los ciudadanos así como de las distintas administraciones. Un problema realmente fácil de resolver si se quiere.
Esta foto la tomé desde mi casa esta madrugada, alrededor de las 5 y media. Como se puede ver, la contaminación a la salida de la población es brutal. Apenas podemos ver Júpiter, el único punto de luz visible en el cielo de la fotografía. Lamentable.
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