miércoles, 28 de febrero de 2007

Emoción y razón

Las neurociencias sugieren que el razonamiento guiado por la emoción facilita el proceso de toma de decisiones. En otras palabras: las emociones influyen decisivamente en la toma de decisiones. Según investigaciones de los últimos años, el área órbitofrontal —íntimamente relacionada con las estructuras emocionales— es crítica para el proceso de tomar decisiones.

La emoción es el proceso fisiológico en el que el organismo reacciona a un estímulo. El sentimiento, el estado que se produce al captar el cerebro los cambios fisiológicos propios de la emoción. Es muy importante distinguir por tanto entre la fase de emoción y la de sentimiento. Cuando uno siente miedo, que es una emoción, se produce un estímulo que es capaz de desencadenar una reacción automática. Esta reacción comienza en el cerebro y se refleja en todo el cuerpo. Posteriormente se puede producir una proyección de esa reacción con ideas relacionadas con las propias reacciones y con el objeto causante. Esa percepción es el sentimiento. Por tanto podemos decir que la emoción pertenece al cuerpo y el sentimiento a la mente.

En la actualidad conocemos con gran precisión el recorrido que se produce desde que un fotón impacta en la retina hasta sus llegada a las neuronas determinadas por el cerebro. Pero desconocemos la mayor parte de lo que ocurre después. Las técnicas más modernas de resonancia magnética permiten identificar las zonas del cerebro que se activan por una percepción, una emoción o un sentimiento. Pero la velocidad casi inconmensurable a la que el cerebro opera impide rastrear el mecanismo creador.

Sabemos que la sede de las emociones está en el cerebro reptiliano (los humanos tenemos tres cerebros, el reptiliano, el paleomamífero y el de los primates sociales), constituido por el hipocampo, el cuerpo calloso, el tálamo y la amígdala. Y es esta última el principal intermediario de las emociones. Las lesiones de amígdala producen que la persona se quede sin capacidad emocional (es tan malo no saber controlar las emociones como no tener ninguna).

La neurociencia ha descubierto que hay dos canales de toma de decisiones: uno lento y preciso, y otro rápido y turbio. La manera lenta se basa principalmente en la lógica, y la forma rápida y turbia en la emociones. Son dos mecanismos del cerebro complementarios para la toma de decisiones, pero no antagónicos.

Antonio Damasio afirma, que “sin emoción no hay proyecto que valga”. Como Damasio argumenta, al principio todo empieza con una emoción. A continuación se lleva a cabo un proceso de cálculo racional el que se evalúa toda la información disponible. Esta es una etapa lenta y tediosa. El problema surge que en este proceso la lógica de la razón no acaba de imponerse debido a la gran cantidad de pros y contras. Y es aquí cuando vuelven a reaparecer las emociones. Los neurólogos están convencidos que, en última instancia, una emoción es la que inclina la balanza hacia un lado u otro. Si sólo contáramos con la razón, nunca decidiríamos nada, debido a la complejidad de evaluar todos los datos.

Como afirma Eduard Punset, la presencia de emociones es bipolar: están al inicio y final de todos los proyectos humanos.


Es por esto que muchos expertos en robótica e inteligencia artificial estén sopesando la posibilidad de incluir emociones en sus creaciones.

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